La testa de ceniza aprueba raspado por primera vez y el petimetre de adelante apunta maneras pero no mete hasta que arremete. Solo somos monigotes, con nuestros gorros y nuestros zuecos de monigotes alimentando a la Bestia. Lo blondo está de moda y dignifica su empeño de otoño. El cancerbero hierático. No caeremos por él. Una retaguardia sucia y despiadada. Veteranía lo llaman. Una corona en una mano. La otra entre sus piernas. El bisoño desespera. Le vino grande el envite y no embiste. Habrá otras jornadas y otra gloria le espera apoyada en la esquina. En el medio aguardan cosechas que llegan rojas. Uno riega con su sangre lo que pierde por los codos. El otro acepta el manto y se mantiene. Triunfante sobre las montañas de sus calaveras. Estamos aquí por vosotros, dicen las miradas. El que va largo de forma y corto de pelota promete mejorar en la próxima marea. Estamos aquí por nuestra tribu y nuestra Causa. Venimos para gritar bajo el huracán. Somos el ejército de la Noche. Las Milicias del Abismo. Suenan sus gaitas sordas. Ese susurro. Ese eco.
En el lugar de la batalla. En el lugar donde crecimos como futuro.
Enarbolando el estandarte del cuervo, vencimos.